lunes, 31 de julio de 2017


                                                
   
                                              L L O R A

Por ser una gran mujer, le hizo traspasar los límites humanos, a su antojo, según dictaba su corazón enfermizo. Deseada , pero obediente y sumisa, el instrumento perfecto donde clavar los alfileres de sus derrotas, no más. Ella implicada (ajena al entramado), lloraba, en ocasiones incluso sin lágrimas o a través de la sonrisa, con objeto de desahogar el alma, buscar un poco de paz... Envuelta en toda aquella nebulosa, se afanaba en ahuyentar lo que le debilitaba  la razón.

            Madre y dama impecable para todos. Quiso desafiarle ante semejante carencia de afecto y la incompresible violencia física-emocional que ejercía sobre su persona: HUYÓ. Gritó..... ¡Basta de celos y egocentrismo!... Le deseaba junto a ella pero no hasta el extremo de secuestrarle hasta el aire. Gozaba de su sombra como única compañía y reinventaba ilusoriamente la felicidad pero con sueños del pasado...  Obtuvo entonces el valor necesario para trepar el muro y saltar al vacío, exenta de miedos. Dejó tras de sí los repetidos golpes al ya debilitado cuerpo y las duras condenas impuestas por cada segundo de su respiración. Carente de amor, dada la impulsividad de esa mano larga, solicitó ayuda para romper lazos y encontrar la codiciada libertad.

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